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Ghostland: los infiernos domésticos.




Hermana , ¿por qué hay sangre en tu pelo?
(Qué fue de Baby Jane, Robert Aldrich)  


 Ignoremos lo evidente...

Ignoremos por un momento que Ghostland es una película de Pascal Laugier,  el autor de la polémica Martyrs (2008), ignoremos que en Martyrs  se unía a  una corriente dentro del cine de terror,  extreme terror, o , nouvelle horror wave,   caracterizada por la violencia sin concesiones,  el gore, la ausencia de elementos narrativos y la puesta en escena de lo que se ha llamado el torture porn,  a la que habría que añadir otros títulos como A L'interieur (Julien Maury, 2007)  o A Serbian Film (Srđan Spasojević 2010). Pero ya digo, ignoremos por un momento que Ghostland es una película de Pascal Laugier director de Martyrs.



 La trama cuenta la historia de una madre y sus dos hijas: Beth y Vera, una rubia y otra morena, una frágil y soñadora, la otra fuerte y malhumorada, que viajan a una casa que acaban de heredar de una tía fallecida. La primera noche en su nuevo hogar son atacadas por unos sádicos invasores fetichistas de las muñecas antiguas. Pero el suceso no impacta del mismo modo en las dos protagonistas. 
 La película nos cuenta un home invasion sádico con algunos giros tramposos y unas escenas de terror rodadas con la maestría de un buen relojero y la pompa de un artificiero de pólvora.






En un análisis un poco más profundo de la película llama la atención las similitudes  con otra obra donde la relación  entre dos hermanas era protagonista:  se trata de ¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962). Al igual que en este clásico drama familiar de terror, en Ghostland las aptitudes artísticas de una de las hermanas marca la relación de rivalidad y celos entre ambas. La película de Aldrich comienza con la actuación de Jane interpretando una canción infantil que será premiada con el regalo de una muñeca idéntica de mismo nombre. De forma parecida, las muñecas como fetiche sexual, marcarán el inicio del terror en Ghostland cuando la malsana criatura que invada la casa pretenda convertir a las dos hermanas en una muñeca.





Freud define Lo Siniestro como figuras que están a medio camino entre dos mundos; entre lo vivo y lo muerto, entre lo real y lo imaginario , que no terminan de estar definidas; que de alguna manera pertenecen a nuestro universo familiar pero de una forma alterada, enrarecida;  es por eso que vampiros, fantasmas, humanoides y muñecas entran en esta categoría. Son, pero no son. Parecen, pero no son.



 Sin embargo, en las dos películas lo verdaderamente siniestro viene de contraponer un mundo idealizado con una realidad decrépita y malsana. En ¿Qué fue de Baby Jane? esta realidad viene representada por el contraste entre la muñeca de la infancia de Jane y su patética vejez convertida en una cantante fracasada, maquillada como si fuera aún una estrella infantil  y condenada a cuidar a su hermana de por vida. En Ghostland los torturadores que retienen a las dos hermanas las maquillan como si fueran muñecas y las obligan a que se confundan entre cientos de ellas como si se tratara  de un ritual sexual extraño. Lo siniestro viene de la deformidad de los rostros de las dos hermanas, tras pasar por las manos de sus torturadores . 



Y quizás uno de los aspectos más sobresalientes de Ghostland es que pese a que no vemos la forma en que estos rostros han sido deformados, el maquillaje sobre los mismos se convierte en una forma de violencia alegórica con mucha más fuerza visual. Igual que en Baby Jane, aquí el maquillaje quiere transformar el rostro atormentado en algo bello. Y de esa contraposición surge un efecto tenebroso. Una de las escenas más aterradoras del filme es cuando el director se detiene a captar las expresiones  de Beth  mientras está siendo maquillada por su captor.








Pero entre las dos películas también hay diferencias; la omnipresencia de la madre y su dualidad. Una dualidad que se encuentra presente en toda la mitología literaria sobre la doble naturaleza de la madre/madrastra. Sobre Ghostland sobrevuela la sombra constante de una madre que sólo parece estar presente para una de sus hijas, una madre que valora el talento literario de la más vulnerable y que quizás desee preservar esa inocencia  en el tiempo, alejada de las influencias y vicios banales de la frívola Vera.

En los primeros momentos del filme, antes de que tenga lugar la invasión y la madre muera, percibimos que algo extraño ocurre, aunque no haya tenido lugar ningún acontecimiento amenazante: la tensa relación entre las hermanas, el drama contenido en el paisaje y desde luego, el interior de la casa de la difunta tía recrean  la ambientación que prelude al peligro. Laugier nos muestra que las muñecas, la fantasía sobre la que se sustentará toda la tortura de los agresores, ya estaban allí antes de que los malos llegaran. Es sutil pero muy convincente el modo en que el director nos enseña a una de las muñecas que se encuentra escondida detrás de un espejo secreto mientras las dos hermanas escudriñan la casa. El diabólico muñeco que emerge desde la oscuridad de la habitación lleva pelo rojo y gesto malévolo. Y sin embargo esa figura es un clara alusión a la madre de las protagonistas y a su naturaleza dual; protectora y monstruosa, dulce y cruel.





Matar a la Madre

 Las claves para esta interpretación nos la dan los primeros minutos del filme ; donde Vera se nos presenta con todos los arquetípicos de una jovencita que está dejando de ser niña, que se interesa por el maquillaje, los chicos y la ropa, mientras que Beth, la literata en ciernes, parece presentar un verdadero temor hacia el mundo real. Sin embargo a la madre esto no parece preocuparle, al contrario, se vanagloria de ello mientras le reprocha a su hija adolescente sus gustos con el maquillaje. Hay aquí y quizás en todo el traslado a esa casa, un intento de mantener a sus hijas niñas,  alejadas de los cambios de la adolescencia y sus turbulencias corporales. En esta misma línea, la idea de infancia forzada se nos presenta cuando vemos que los agresores viajan en un camión infantil lleno de chucherías. Tras entrar en la casa,  huelen a las dos hermanas y deciden ensañarse con Vera, como si pudieran atisbar en ella un indicio de perversión, como si estuviera de algún modo "tocada". Por cierto, algo parecido ya lo vimos en Múltiple, la película de M.Night Shyamalan.


Toda la película es un juego simbólico del deseo de la madre por mantener a sus hijas convertidas en niñas a la fuerza, en muñecas vivientes, de deformarlas hasta que quepan en un molde al que no pertenecen. A través de la fantasía,  Beth va dejando que en el sueño vayan penetrando  lentamente  las capas de la duda, la inquietud y la pesadilla. Poco a poco va a prepararse para el momento en que muera ante sus ojos  la figura de la madre ideal y se sepa presa de una madre castrante. Es ahí donde muere la fantasía y también donde Beth termina definitivamente la infancia. 


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