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Waco: hijos de una tierra sin Dios



La localidad de Waco debe su nombre a la tribu que ocupaba su espacio antes de la llegada de los colonos: los huacos. George B Earth la fundó en 1848 y pensó en llamarla Lamartine. Con una población de 120.000 habitantes, ubicada en las desérticas tierras del condado de McLennan en el estado de Tejas, Waco sería uno más de los pueblos de la América  profunda si no fuera por los sucesos de 1993 que lo convirtieron en el escenario del sitio armado más largo de la historia de EE.UU. 




51 días duró el enfrentamiento entre los miembros de la secta Davidiana (una rama de la iglesia adventista del séptimo día) y las fuerzas especiales del FBI y la ATF que terminó con la muerte de 86 miembros de la secta, entre los cuales se encontraba el líder de los davidianos David Koresh y sus numerosas mujeres y hijos. La ATF es una fuerza especial dependiente del Ministerio de Justicia de EE.UU que tiene jurisdicción en materia de armas de fuego, explosivos, incendios provocados, atentados con bombas y tráfico ilegal de alcohol y tabaco. La ATF y con ella la administración Clinton y su Fiscal General, Janet Reno, habían sufrido un primer tropezón en el incidente Ruby Ridge en 1992, un verdadero presagio de lo que ocurriría en Waco un año más tarde. 




En Rudy Ridge, un poblado de Idaho, la ATF sitió a un hombre que se había atrincherado con su familia  en su cabaña y se había negado a la orden de entregarse a las autoridades por vender dos rifles de guerra. La estrategia policial de la ATF acabó con una masacre en la que murieron el perro, el hijo mayor y la mujer del criminal. Las fuerzas especiales se vieron cuestionadas por la brutalidad policial y por una América que lleva en su ADN el derecho a defenderse según la segunda enmienda y a  vivir libremente sin imposiciones estatales. Esa América, donde converge Walden con la Asociación Nacional del Rifle. 




La mini-serie de seis capítulos de Paramount Network realizada por los hermanos John y Drew Dowdle narra los hechos de Waco basándose en dos fuentes ; A place called Waco escrito por uno de los supervivientes de la secta; David Thibodeau y Stalling For Time: My Life As An FBI Hostage Negotiator escrito por el agente especial del FBI a cargo de las negociaciones Gary Noesner , interpretado por Michael Shannon a quien hemos visto recientemente en La forma del agua y en otras series como Broadwark Empire. La fotografía de los títulos de crédito nos traslada a las naturalezas muertas del white trash a las que ya nos llevó True Detective en su primera temporada, pero el cartel promocional de la serie no puede ser más telefilmero y previsible al subtitularla con el insidioso: basado en la historia real que conmocionó al mundo. 


Los hermanos Dowdle tienen una trayectoria cinematográfica irregular, por no decir directamente mala, y cosechada fundamentalmente en títulos de terror como Quarantine (2008), La trampa del mal (2010) o Así en la tierra como en el infierno (2014). Los dos hermanos, invirtieron mucho tiempo investigando los hechos y entrevistándose con sus protagonistas, pero esas buenas intenciones no se traducen en la calidad de la serie,  pese a que Waco tenía todo de su parte: una buena producción, una buena fotografía y unas buenas interpretaciones. 




Harvey Weinstein, a quien se eliminó de los títulos de crédito tras su escándalo de acoso sexual, apoyó  la producción del proyecto que acabó siendo asumido por Paramount Network, permitiendo un casting de lujo con Michael Shannon, Taylor Kitsch (Friday Night Lights, True Detective segunda temporada ) en el papel del mesiánico Koresh o Paul Sparks, el ambiguo biógrafo de Underwood en House of Cards, que aquí interpreta a la mano derecha de Koresh. Sin embargo, la serie hace aguas desde poco después de su planteamiento; se deshace en su obviedad por mantener una visión dulcificada de los davidianos y por retratar la maldad de la policía sin intentar plantear algunas sombras o mantener ambigüedades que siguen en discusión pese a la investigación que se llevó a cabo tras la tragedia : ¿qué es lo que causó la muerte de casi todos los miembros de la secta? ¿fue una inmolación en masa? ¿o fue una matanza? 





Los realizadores ya tienen una respuesta para eso y quieren que el espectador comparta su misma opinión. Por eso la serie  renuncia a toda reflexión sobre el fanatismo religioso y reduce los sucesos de  Waco a un asunto de brutalidad policial y derechos civiles. Los aspectos más oscuros de la secta como los castigos físicos, el abuso de menores o las restricciones alimentarias han sido deliberadamente omitidos del relato de los realizadores. Es posible que la verdad oficial del momento pidiera a gritos un contrarrelato, pero al querer imponer su visión de manera tan burda con escenas como la de un tanque arrasando una tumba o la del propio negociador del FBI sonriendo mientras Koresh da un improvisado concierto de guitarra  como si fuera una rock star , el relato de los hechos pierde credibilidad pese a los esfuerzos de Taylor Kitsch que está soberbio en el papel de líder egocéntrico y narcisista e infunde matices tétricos a un personaje que el guión trata poco menos que como a un antisistema incomprendido. Todos sus fallas se acrecientan por la inevitable comparación con Manhunt Unabomber (Discovery Channel) una serie que aborda un hecho real con todos sus relieves y sin perder un ápice de potencia crítica.




Regulera 
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