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Sharp Objects: la vida como cicatriz


I am tired of dying 
Gillian  Flynn   (Sharp Objects)

    


Una mujer que conduce de noche a través de una carretera mal iluminada. Una mujer que bebe vodka mientras conduce. O conduce mientras bebe vodka; vivir es beber, vivir es olvidar.  Una mujer que regresa a su hogar. Una mujer que lleva un juego de agujas en el bolso, pero no va a coser ningún botón. Una mujer que tiene por melena un edificio en llamas. Así empieza Sharp Objects, la miniserie de 8 capítulos de la HBO que adapta la novela de mismo título de Gillian Flynn a la que todos conocimos por la adaptación que hizo David Fincher de su novela: Perdida (2014).






Sharp Objects, que en España se ha traducido en un gran ejercicio de sutileza como Heridas Abiertas, nos cuenta la historia de Camille Preaker, interpretada por Amy Adams, una redactora en horas bajas, que decide volver a su pueblo original, Wind Gasp (Missouri), para investigar la muerte y desaparición de dos niñas en extrañas circunstancias. El suceso pone en alerta todo el sistema emocional de Camille que perdió a su hermana menor cuando era una niña. La perdida de la hermana buena,  la traumática relación que mantiene con su madre y su hermanastra y  la truculencia del caso actual marcan el ritmo narrativo de los primeros capítulos de Sharp Objects, dibujando un descenso a los infiernos personales de la protagonista y al estercolero moral del medio oeste americano que tiene más que ver con True Detective que con Sweet Little Lies, la otra serie por la que conocemos a su director: Jean Marc Vallée .






Al director canadiense le gusta abordar historias de gran complejidad psicológica como vimos en The young Victoria (2009) o Dallas Buyers Club (2013) pero en Sharp Objects además lo hace arriesgando mucho en la apuesta formal. Si en True Detective teníamos una serie cuyas reflexiones se articulaban en buena parte a base de diálogos, guión y a una atmósfera opresiva, Jean Marc Vallé ha apostado el todo por el todo a la imagen y el montaje.

 De hecho algo curioso sobre Sharp Objects es que es imposible entender la serie a través de sus diálogos. Desde el primer minuto los saltos en el tiempo van a sobresaltarnos de manera tan súbita, fugaz y repentina como ocurren en nuestra mente.  Y es que eso es lo que creo que se ha propuesto el director: recrear el interior  de Camille Preaker mezclando recuerdos, ensoñaciones, elucubraciones y pesadillas...configurando una especie de collage visual macabro que sin caer en el videoclip, nos acerca al punto de vista subjetivo  de la protagonista a la vez que sirve de estrategia narrativa para contar cómo han llegado los personajes al punto en el que están en el presente.








 Jean Mark Vallé podría haberse quedado en un mero uso  del montaje fragmentado, pero va más allá, usando la reiteración de un gesto como un detonador que desata una sucesión de imágenes asociadas por una misma emoción. Así ocurre en Sharp Objects con el gesto que  la madre de Camille, Adora ( Patricia Clarkson) al tocarse con el dedo índice las pestañas de los ojos. Ese gesto mínimo y reiterativo que forma parte de la idiosincrasia gestual de Adora, produce por asociación una descarga de imágenes vinculadas al recuerdo de Camille: pestañas-entierro-hermana muerta-muerte-perdida.



En este tercer episodio, las combinaciones entre imágenes se van haciendo más complejas en un crescendo final que nos lleva a una desoladora comprensión de la hipnótica Amy Adams, las imágenes se ramifican relacionándose por semejanza, vínculo, contraposición produciendo una cascada fantasmal de símbolos en los que se mezcla el abuso emocional con ventiladores, espinas de rosas, granjas de cerdos y  niñas rubias,  ausencias en las que se mezcla su actual hermanastra, su madre y la perdida de su hermana Marian y de su amiga Alice.



Aunque no sabemos todavía si esta sugestiva puesta en escena llevará la historia a una resolución que se precie, lo que si parece claro es que Sharp Objects es una de esas series que se mide de tu a tu con la calidad del relato cinematográfico y que desenvuelve la putrefacción que se esconde tras el papel pintado y los marcos de fotos  como ya hizo en su día David Lynch en  Blue Velvet,  Twin Peaks y sobre todo en su precuela: Fuego Camina Conmigo. 











Y como ha hecho recientemente la terrorífica Hereditary de Ari Aster donde  cobra protagonismo la puesta en escena de  un símbolo que también aparece en Sharp Objects : la casa de muñecas  ¿Será coincidencia?




No dejéis de prestarle un oido a la banda sonora 

💃💃💃💃💃 Imprescindible





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